martes, 22 de junio de 2010

Cementerio de metal

Lágrimas de metal resbalan por los rostros de las miles de figuras que de pie e inmóviles plagan el paisaje con la mirada perdida hacia delante, entre mastodónticos edificios grises, bajo un cielo de nubes cargados de lluvia ácida, de futuro incierto, apocalíptico y deformado, corrompido...

Todos están quietos, con una mueca de horror en sus rostros con sus mejillas bañadas con ese metal ardiente y líquido que queman sus caras. Las calles de esta metrópolis tienen la misma estampa, entre los cuerpos rectos y paralizados existen distancias aleatorias, unos juntos sobre la acera, otros salteados sobre el asfalto, sin ningún tipo de orden, extraño y sin sentido... pero todos con una mirada inquietante hacia el mismo lugar transparente.

El metal puro y plateado lo cubre todo brillante y perfecto, hipnótico de edificios, puertas, coches o carteles, muy distinto del suelo de piedra y alquitrán que cubren cual telaraña este cementerio urbanizado que se alza hacia el cielo sin ningún verdor ni alegría, sin vida, sin belleza.

Corazones marchitos, sin esperanza, océanos de mentes hundidas en depresiones, un desierto descorazonador, desvirtuado, malditos, escenario decadente, enfermo, desmoralizador hasta para los más fuertes.
Almas perdidas en cuerpos muertos, metalizados y sin sentimientos, complejo malestar sin posibilidad de ser adjetivado, oscuro y brillante que te devora con tan solo poner los ojos sobre el.

Fuera, en los límites de la urbe, muros de cristal cortante y mugriento que cortan todo lo que se les acerca, llenos aún con la sangre roja pero seca de los que intentaron treparlos para escapar, siendo ahora no más que un montón de cadáveres en descomposición cubiertos de gusanos devoradores de carne muerta, gusanos que se transformaran tras una experiencia traumática en lindas mariposas que volarán libres sobre este laberinto tortuoso de pena y angustia.

Pero algo este macabro escenario toma vida, así como voluntad, mueve muy despacio los dedos de una mano, luego cierra el puño, quita de su rostro esa imagen aterradora y tras tomar el oxígeno radioactivo en sus pulmones arranca de los tornos del suelo sus pies prisioneros, el dolor esta vez es gratificante. Corre, el muchacho echa a correr con todas sus fuerzas y nota que de sus ojos ya no caen lagrimas de metal, si no que fluye agua cristalina de un manantial. Corre hacia la muerte segura de los muros de cristal, donde su vida será sesgada como una bella flor.

Morirá, si, morirá, pero el dolor es necesario, a través de la muerte mañana volará libre sobre las nubes y bellos colores adornaran su cuerpo.

Solo cuando has experimentado el verdadero dolor y soledad que produce esta sociedad, sentirás la paz y serás libre.

2 comentarios:

  1. Algo triste...

    Solo cuando has experimentado el verdadero dolor y soledad que produce esta sociedad, sentirás la paz y serás libre. me gusto mucho esta frase..

    al igual esta..Haber sufrido un gran dolor nos hace crecer en capacidad de comprender y valorar a nuestros amigos.
    y no solo los amigos, la familia, toda esa gente que queremos... un beso enorme cuídate...un placer pasarme por tu blog..

    ResponderEliminar
  2. la verdad mayito me gusta mas kuando me lo lees en persona ^^

    ResponderEliminar