jueves, 31 de diciembre de 2009

Adios caduco 2009

Otro año se muere, otro año se va, otra maldita noche de desenfreno, una noche de fiesta, de locura, de felicidad bañada en lujurioso alcohol, otra noche triste, melancólica, otra noche vacía. Como cada 31 de Diciembre deseo que pase cuanto antes el tiempo de sobriedad, la víspera a la espera de que mi mente se evada de la tradicional imagen de mi padre tirado en el sofá, de los recuerdos que martillean mi la cabeza, de los que ya no están, de los finales de años oscuros que no quiero que se repitan nunca mas.

Deseo sin fe, casi sin esperanza, que lo que me depare este nuevo año me convierta en una persona un poco distinta, quiero curarme de mis defectos, quiero hacer daño a los que lastimaron, quiero sonreír mas a menudo y disfrutar mas de las pequeñas cosas, quiero luchar contra todo lo que no acepto, aprovechar las oportunidades y gozar de mi existencia.

¿Deseare feliz año por compromiso como todos solemos hacer?, una simple frase echa, como una tradición... poca gente desea nada por nadie que no sean si mismos, yo creo que empiezo a reconocerlo... hoy voy a tratar de vencer mi negatividad, hoy intentare desear de corazón felicidad a la gente, por un mundo nuevo, que un mágico amanecer nos de un año distinto, un año bañado por solidaridad entre las personas, con un espíritu combatido, con cojones para pedir los que nos pertenece y olvidar el sucio conformismo... permitidme comenzar con los presentes.

Feliz año nuevo compañeros.

martes, 22 de diciembre de 2009

Prologo: El Comienzo (II)

NOTA: Esto es algo que escribí hace un tiempo y que nunca terminé, sin embargo quizas ahora y con el tiempo si lo aga, no busqueis aquí dobles sentidos, metaforas ni nada parecido, simplemente un texto con el que disfrutar, dejemos de lado los susurros agonicos por un día.

Prólogo: El Comienzo (II)


    Que travesía más maravillosa. Si amigos, me encantó el agua del mar salpicándome la cara, la brisa marina y sobretodo la compañía. Me encontré en el barco con otros tres aventureros, uno de ellos, del que no recuerdo el nombre, nos comentaba cosas del nuevo mundo a los que nunca lo habíamos visto. Yo, en esa época, apenas unas horas después de comenzar mi aventura, era aún muy débil, tenía poca experiencia en el combate y él al percatarse de tal cosa me dio a entender, con sabias palabras, que me había precipitado. La culpa de mi precipitación como le expliqué, la tenía una elfa oscura preciosa llamada Skakuashi que me esperaba en Gludio, amiga del sigilo, portadora de una daga, arma mortal si su dueño es un experto en su manejo.

     El viaje no fue largo y antes de darme cuenta habíamos llegado a puerto. La sensación de verme en el continente fue fantástica, algo tan grande para explorar casi daba miedo. Gludin, ciudad desértica como pocas, siempre lo ha sido y siempre lo será, fue mi primera parada.
Aunque mi estancia en ella no fue demasiado larga, un paseo por su emblemática plaza, correr de aquí para allá por sus largas callejuelas y poco después ya estaba en mundo abierto, buscando alguna alimaña con la que entrenar. Me hizo ilusión ver a mi primer enano junto a mi primer orco en aquel nuevo mundo, desesperado les pregunté donde podría ir a mejorar mi técnica, definitivamente no había sido buena idea ponerme a luchar nada más desembarcar... Poco antes de ese encuentro, me había visto entre la vida y la muerte frente a una enorme araña. Aún algunas noches al cerrar los ojos veo aquellas enormes patas persiguiéndome, clavándose en mi espalda justo antes de caer muerto. Que dolor tan espantoso me hizo sentir aquella colosal bestia, su veneno aún recorre mis venas quemándome por dentro.
     Aquellos guerreros me recomendaron visitar tierras de elfos, un lugar bastante lejano de donde nos encontrábamos, pero hacia donde tenía que
partir irremediablemente... Y solo puedo decir que mereció la pena, el largo viaje no exento de anécdotas, la contienda con esa malévola araña, el abandonar a mi joven amada... Mereció la pena.
     Dark Elven Forest me acogió con las puertas abiertas... me hice un hombre en sus tierras y se convirtió en mi verdadera patria. Su gente siempre se portó maravillosamente bien con migo. Los elfos oscuros se convirtieron en mis amigos y compañeros de batalla, aceptando un humano como uno más entre los suyos.
     No sé que fue de todos ellos, imagino que algunos fueron abatidos por asesinos de Gludio o Dion, otros muertos más allá de Death Pass, o incluso más lejos... pero por lo menos dos perduraron mucho tiempo; mi compañero Boix, con el que me encontré innumerables veces por el reino, y mi hermano Sparto, con el que aún tengo contacto muy de vez en cuando, ahora con forma humana. Sus poderes de ocultismo cambiaron su raza oscura por la de un guerrero como yo. Joven luchador pero poco constante, cuando marcha, pasan meses que no sé nada de él hasta que un día, sin previo aviso, me lo cruzo por algún camino del territorio de Girand o Dion.

     No me olvidé de aquella elfa que aguradaba mi visita. Shakuhachi me esperaba en Gludio, en el último día de aquella segunda crónica caótica. ¡cuanta gente!, no entendía quienes eran aquellos asesinos, pero mataban sin compasión a todos los visitantes de aquella pequeña localidad, mientras, el resto de la gente del lugar organizaban escuadrones de batalla para impedirles seguir atacando a pobres guerreros como yo sin experiencia... aquel día, un grupo de no menos de cinco asesinos la emprendieron con migo y podréis imaginar como termine ante sus acometidas... Además, no solo tuve problemas con esos malditos hombres y elfos... también, por no medir bien mis palabras ante otra elfa oscura, de tersa piel negra, pelo largo ensombrecido como la misma noche y curvas sensuales, me vi derrotado a sus pies, como también me vi derrotado, no podríamos olvidarnos de ello, por osos en aquella enorme explanada. Aprendí con tantos golpes que efectivamente ese aún no era mi lugar he hice caso a la recomendación que me había echo aquel enano acompañado por su singular pareja, el fuerte orco; me marché al bosque oscuro.

martes, 8 de diciembre de 2009

Prologo: El Comienzo (I)

NOTA: Esto es algo que escribí hace un tiempo y que nunca terminé, sin embargo quizas ahora y con el tiempo si lo aga, no busqueis aquí dobles sentidos, metaforas ni nada parecido, simplemente un texto con el que disfrutar, dejemos de lado los susurros agonicos por un día.

Prólogo: El Comienzo (I)



    Soy, por lo menos era, un honrado ciudadano del reino de Aden, natural de Talking Island, guerrero de los de verdad, de los que han vivido las penurias siempre fieles a su identidad. Miles de criaturas han caído bajo mis espadas en cientos de aventuras, he recorrido mares, desiertos, llanuras, tenebrosas cuevas... he mirado a demonios a los ojos sin pestañear, he tomado castillos y asesinado hombres... He sido un gladiador en todos los aspectos, me han abatido incontables veces, viendo como mi armadura se hacia añicos ante los poderes ocultos de los místicos magos. Me han herido con espadas, flechas, dagas e incontables armas de batalla. Tengo la sensación de haber muerto tantas veces... pero siempre haber resurgido a la vida.
      Nunca he necesitado un simple bastón de mago, ellos jamás llegarán a entender fuera de sus libros de ciencias ocultas lo que es sentirse vivo, notar como cercenas la carne cuando con tu espada y solo la fuerza de tu brazo golpeas a una de esas malditas criaturas que dios sabe quien, abra sembrado en esta hermosa tierra.

     Sin embargo no siempre fui así, no, yo me crié como un niño feliz, uno de esos que no se ven en la arquitectónica Girand, la acoraza Oren o majestuosa Aden. Yo nací en aquella Isla olvidada por todos, separado del gran reino, cobijada en el territorio más tranquilo de Gludio. Crecí mirando el mar, soñando con vivir aventuras allá donde los grandes barcos de vela iban y venían cada día. ¡Como se me ponía la piel de gallina cada vez que ojeaba el interior del Warrior Guild y veía a aquellos enormes caballeros, con sus armaduras forjadas de algún material milenario, construidas por los valientes enanos que tanto admiro, tan juerguistas y al mismo tiempo malhumorados!.

     Por desgracia me vi solo a una edad temprana, pues mi padre era un valeroso guerrero y murió en combate allá en el oscuro territorio de Elmore, más allá del propio Aden, un lugar en el que muy pocos se atreven a aventurarse. Decidí al saber la noticia emprender un camino peligroso pero osado, en el que poco a poco andaría todas aquellas tierras que recorrió mi progenitor, contribuyendo a la historia del mundo de alguna manera, formando parte de algún ejercito, sintiendo todo aquello con lo que los niños sueñan pero solo los hombres experimentan.

     Mi primera vez... recuerdo mi primera vez, todos la recordamos, ¿no?, aquel pequeño ser, aquella sucia bestia que se arrastraba por el suelo cazando cucarachas o ratas, prácticamente ciega, Gremmlin llamado por los viejos del lugar, bichos que al parecer en otra época fueron mágicas criaturas condenadas por algún dios a vivir en ese cuerpo por su avaricia con el oro y las mujeres..
     Rápido, sin un solo movimiento en falso clave mi espada en una de esas criaturas, con mirada firme recibí los golpes agonizantes que el bicho trataba de darme para defenderse, ante la aprobaciónde mis primeros maestros en el arte de la batalla.
Maté una tras otra orgullo y placer, la sonrisa que exhibía mientras las abatía os prometo que os hubiera atemorizado. cuando me rodeé de cuerpos muertos sentí un gozo, un placer que desconocía y casi me asustaba. Exterminé a decenas de aquellas bestias hasta que mi sed de muerte, me obligó a buscar un enemigo mayor.

     Mis maestros me hablaron de lobos y zorrillos que formaban una plaga por las afueras de mi querido pueblo, y me alentaron a que matarlos sería estupendo, no solo para mejorar mi pose de batalla, o el agarre de la empuñadura, si no también, para ayudar a todos mis conocidos y amigos que llevaban tiempo sufriendo el pillaje de estos mamíferos. Eran animales pacíficos, pequeños ladrones que robaban comida a los humanos o en el peor de los casos se comían al ganado...
     

    Estuve poco tiempo en la pequeña isla, me fui de ella prometiendo volver a aquella bonita humana, la que me compró mi billete para el barco que me llevaría a la ciudad portuaria de Gludin. Fue una despedida dulce, ella era lo más parecido a un amor que había tenido en mi adolescencia. Podría haberme quedado más tiempo en la isla y así me hubiera preparado mejor física y mentalmente en el arte del guerrero. De haber actuado así, mi llegada al continente hubiera sido mucho más fácil... Y es que mi nivel de batalla era muy bajo cuando partí, cosa que me costó algunos quebraderos de cabeza. A veces me pregunto si hubiera sido más feliz allá en Talking esos primeros meses de lucha. Algo que me cuesta creer, superar mi maravillosa y nostálgica etapa en Dark Elven Village no hubiera sido fácil.

     Marché demasiado pronto, pero como le prometí a aquella joven volví años después, convertido en todo un guerrero. Fue una lástima que ella no pudiera verme nunca más.